Un cuadrito inspirado en Cortázar
Y el resultado artístico fue lo menos importante…


Mis sentidos y yo no nos llevamos del todo bien, aunque por suerte los tengo, no los puedo trasladar al mundo exterior como lo vivo en el interior y nada más ejemplarizante de ello para mí es tratar de escribir, pintar y a veces hasta hablar.
Pero mi ser racional y espiritual lograron unirse para esta ocasión en una imagen que pensé fácil, ¿qué tan difícil puede ser hacer una rayuela?
La disconformidad eterna
Pinté el fondo de negro e hice la rayuela, le agregúe números y entre ellos puse a la tierra y al cielo, miré el resultado y dije ¡horrible! Seguí y cada cosa que intentaba lo empeoraba, pensé en tirar todo, reafirmando una nueva inhabilidad.
Pero no lo hice, seguí metiendo color, hasta que sentí que había llegado a algo parecido a un final.
Lo miré y no me gustó, pero cada día que pasa le voy agarrando cierto cariño.
Conclusiones:
¿Será que el camino más rápido de la tierra al cielo sea una rayuela? ¿Que se llega a él jugando, a saltos y sin pensarlo mucho?
¿Por qué será que le dediqué más tiempo a lo exterior que a la rayuela?
¿Lo más importante será seguir pero con una rayuela por rumbo?
Lo terminé, esa fue la mayor de las conclusiones y alegrías, fui de la tierra al cielo. No me quedé en la intención.
Al final parece que lo creado no puede escapar a la esencia del creador