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Fede Lagrotta

Historias y reflexiones de Uruguay

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Cuando la Constitución es el problema. El debate sobre los allanamientos nocturnos.

En estos días ha entrado en la agenda pública la idea de aprobar una ley interpretativa de la Constitución que permita realizar allanamientos nocturnos…

En estos días ha entrado en la agenda pública la idea de aprobar una ley interpretativa de la Constitución que permita realizar allanamientos nocturnos. Esta idea, en conjunto con otras tres, fue impulsada vía plebiscito por el actual ministro del Interior Jorge Larrañaga fracasando en las elecciones de octubre del 2019.

Igualmente, esta reflexión no viene a discutir sobre allanamientos, sino sobre lo que nos pasa cuando la Constitución de la República no nos deja (especialmente a los políticos) hacer algunas cosas.

En este caso, el artículo que está impidiendo que hoy no existan allanamientos nocturnos es el número 11 de la Constitución que dice:

En lo personal y siguiendo a la gran frase de «lo político está por encima de lo jurídico» entiendo que en última instancia las creaciones humanas no son inmutables, mucho menos las leyes, pero al mismo tiempo creo firmemente en las instituciones, palabra que por si sola tiene todo el peso de atemporalidad.

La Constitución resulta ser las dos cosas al unísono, nace del pueblo a través de sus constituyentes (político) y permanece en él gracias a que es una institución, clara y muy poco cambiante.

Lo que me genera dudas es en los fundamentos y mecanismos que se emplean por parte de los interesados al modificarla, ¿serán leales a esos fundamentos y mecanismos cuando no compartan el objeto a modificar?

Y en lo personal: ¿Cómo podría inventarme un sistema de principios que me permita coherencia política ante estos dilemas? Me surgen algunas respuestas rápidas como primero, no creer que todo lo que propone el sector político del cual uno tiene afinidad es una genialidad. Segundo, tener conciencia histórica, no para repetirse dogmáticamente, sino para encontrar qué es lo que me lleva a apoyar o no cada iniciativa de reforma o interpretación de la Constitución. Tercero, cuáles son los principios más importantes a defender y a desarrollar en la sociedad.

Llevando esto más a la práctica se me ocurrió pensar algunos ejercicios como, por ejemplo: esta interpretación constitucional, ¿a qué concepción de la libertad, de la propiedad, del Estado y de la justicia parece adherirse?, ¿está bueno dejar en manos de un fiscal (creo que ni a un juez va a llegar la habilitación) dirimir si un hogar es o no un lugar sagrado e inviolable las 24 horas del día? O mejor ¿está bueno que el Estado se quede con campos sin control? ¿Vale pensar únicamente en las actuales circunstancias o, quizás ese artículo sobrevive desde 1830 por alguna razón muy propia de nuestro cono sur?

Eso sí, creo firmemente que aún existen y deberían seguir existiendo los ideales, políticos y jurídicos y que debe haber algún límite a lo efímero de las soluciones inmediatas del presente, a los deseos de venganza o de poderes absolutos, aunque solo sea en papel, en un papel que ni más ni menos refleja la acumulación histórica de muchos ideales y del pueblo, de varios pueblos de muchos tiempos.

Quizás llegó la hora de que el poder del Estado pueda meterse por la noche, pero hay que ser consciente de la manera en que se va cambiando, en la forma en que se hace, de los rumbos que vamos construyendo.

De lo que sí estoy seguro es que estas modificaciones no son dignas de una ley interpretativa, y más cuando se enfrentó al fracaso de la democracia directa, hoy y ayer, estas cuestiones deberían ser siempre objeto del ejercicio de todos.

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