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Fede Lagrotta

Historias y reflexiones de Uruguay

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Historias y reflexiones de Uruguay

El Batllismo y el matrimonio, Discurso de Domingo Arena.

Pero se nos preguntará: ¿qué papel, pues, según Uds. desempeña la ley dentro del matrimonio? ¿Para qué sirve? Contestaré con toda franqueza: sólo sirve para llevar el registro de los matrimonios; para llevar la teneduría de los matrimonios; para regir los bienes y las relaciones de la familia.

 Pero se nos preguntará: ¿qué papel, pues, según Uds. desempeña la ley dentro del matrimonio? ¿Para qué sirve? Contestaré con toda franqueza: sólo sirve para llevar el registro de los matrimonios; para llevar la teneduría de los matrimonios; para regir los bienes y las relaciones de la familia. No sirve absolutamente para nada más. En realidad, desde hace mucho tiempo, no hace otra cosa, no puede hacer otra cosa. El vinculo legal del matrimonio sólo sirve para decir: desde tal fecha tal hombre y tal mujer se han unido en matrimonio, lo que ganan desde entonces es en común; se deben alimentos; los hijos que produzcan son legítimos, tienen derecho a vivir de la masa conyugal, y en caso de muerte, son los herederos de los causantes. Esto, y nada más que esto, puede hacer la ley dentro del matrimonio, y desafío a que se me pruebe que en el hecho y en el derecho puede hacer otra cosa.

 Y este concepto, que es el único verdadero, que es el único científico, que es el único posible, será, estoy seguro el concepto generalizado del porvenir. Si no lo es ya, es solamente porque todavía pesa sobre todos los espíritus, aun sobre los más avanzados, aun sobre los más liberales, la pesada cruz del cristianismo, perturbando la serenidad de su juicio, – de ese cristianismo que si ha hecho bienes a la humanidad, los ha cobrado con usura, proyectando sobre ella, por los siglos de los siglos, la sombra de mil prejuicios desconcertantes, y entre ellos, ese sacramento del matrimonio que ha sido y es todavía la tortura de la personalidad humana –

 Lo voy a probar con cuatro palabras. Para las buenas uniones matrimoniales, la ley es una intrusa. Nada tiene que hacer con ellas. No tiene por qué aparecer ante ellas. Nadie la llama. No hace falta. En los matrimonios en que hay malos cónyuges, hombres suficientemente bellacos, o mujeres suficientemente libertinas, nada puede hacer la ley, es absolutamente impotente. El cónyuge que quiere abandonar el matrimonio, se va, burlando la ley. Para lo único que sirve la ley, pues, es para mantener, repito, en el yugo del matrimonio al infeliz que carece de energía o no tiene valor moral para lanzarse a la vida! ¿Y vamos a sostener incólume la ley para eso, para mantener nada más que una enorme inequidad, una irritante injusticia?

(…)

 Se sostiene que el divorcio amplio es un grave peligro social. Lo niego de una manera absoluta. El divorcio, por amplio que sea, no tendrá que habérselas sino con los hogares deshechos. Ningún hogar bien constituido, tiene nada que temer del divorcio. La armonía conyugal, pues, y la armonía social en consecuencia, nunca serán perturbadas por el divorcio. El divorcio lo que hará será proclamar aquella armonía. El día que lo tengamos amplísimo en el país, el Uruguay podrá hacer lo que no hace todavía ningún país del mundo; presentar en un magnifico block sus matrimonios libres, sostenidos sin ninguna coacción, nada más que por la fuerza de sus afectos y de sus sentimientos!

(…)

Nota: (Hoy algo que nos es tan natural, por aquellas épocas de principio de siglo, mereció el mas duro de los debates en el país, entres quienes estaban a favor del divorcio y quienes creían que con ello no existirían mas familias, igualmente el sueño de Domingo de sus “matrimonios libres” sigue aun siendo demasiado para esta época.)

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