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Fede Lagrotta

Historias y reflexiones de Uruguay

Fede Lagrotta

Historias y reflexiones de Uruguay

Aspectos de la configuración estatal latinoamericana durante el siglo XIX

Vamos a comenzar definiendo y explicando brevemente el desarrollo del concepto “Estado” y sus elementos y modalidades, así como la diferencia con otros conceptos tales como Gobierno y Nación, para luego vincularlo con la fundamentación de su incidencia en el nivel de desarrollo posterior de la Región.

Vamos a comenzar definiendo y explicando brevemente el desarrollo del concepto “Estado” y sus elementos y modalidades, así como la diferencia con otros conceptos tales como Gobierno y Nación, para luego vincularlo con la fundamentación de su incidencia en el nivel de desarrollo posterior de la Región.

 

Estado – Gobierno – Nación

Siguiendo al autor Román Castro y Miguel González en El Estado, realidad histórica presente y perspectiva (Gestión, 2000, Barcelona)se puede señalar que el Estado, antes que todo, es una forma de organización política. Entendemos por política, la manera de administrar el poder de forma tal que se logren los deseos y objetivos de quien lo posee y ejerce.

Existen innumerables definiciones sobre el concepto Estado.  La noción clásica del término plantea la conjunción de varios elementos, el primero de los cuales es la existencia de un territorio en el cual, únicamente el Estado pueda ejercer el poder de coerción, a través de un gobierno, hacia una población dada.  El término Estado difiere del concepto de gobierno. El Estado es la estructura que permite el gobierno. El gobierno es ejercido por autoridades que son transitorias mientras que el funcionamiento del Estado es independiente de quien lo gobierne. El Estado trasciende a los Gobiernos.

Otro término, muy ligado al anteriormente mencionado, es el de Nación. La Nación es intangible y es producto de la sociedad; es dada y es más un sentimiento que cualquier otra forma de relación. De esto se desprende que puede existir Nación sin Estado y Estado sin Nación. Esto lo vinculo fuertemente con la particularidad de América Latina, ya que fue un  continente colonizado al que se le impuso la cultura europea, la forma de organización europea, sin tener en cuenta la realidad histórica del continente que ya poseía diversos tipos de organización de sus sociedades.

 

El Estado en América Latina

Luego de culminado los movimientos independentistas y  “expulsado” el colonizador europeo en su representación física, surgió, como era de esperarse, la necesidad de obtener una nueva forma de organización. Esta necesidad nace principalmente de una dirigencia conformada por los representantes más ilustrados de la sociedad y por lo tanto, la más europeizada. Ellos mismas fueron quienes lideraron los movimientos independentistas en el continente. Es decir, que América Latina, en su fase de desarrollo luego de la expulsión de los europeos, terminó mirando hacia Europa y en parte, hacia  Norteamérica.

La lucha revolucionaria contra un enemigo extranjero, a mi entender, permite el surgimiento de un espíritu colectivo en el que puede darse cabida al concepto de la palabra Nación. El problema surge al triunfar las revoluciones y perder ese enemigo común que los unía en la gran diversidad de culturas propias con la que cuentan los latinoamericanos.

Estos cambios y la ausencia del espíritu revolucionario afectaron, a mi entender, el  sentimiento de Nación dando lugar a la discusión al tipo de Estado que se iban a dar desde lo más material como la definición de los territorios, a lo más ideal como las Constituciones. Considero que termina prevaleciendo el concepto del ideal europeo de Estado con alguna influencia de la experiencia de EEUU. Este tipo de pensamiento  fue impulsado por las clases dominantes y oligárquicas. Esas clases que triunfaron fueron víctimas de un colonialismo mental,  imponiendo en una realidad completamente foránea,  una Terminada esta gesta revolucionaria que se fraguó durante el siglo XIX parece que rápidamente cambia la relación de fuerzas dominantes y los colonizadores pasan a ser otros; existe pues una transferencia a las clases dominantes criollas del poder que anteriormente había sido ejercido por los extranjeros, muchos de los cuales se quedaron administrando el poder en conjunto  con los criollos latinoamericanos organización que demostró ser totalmente distinta al modo de vivir y sentir de la mayoría de los latinoamericanos.

 En suma, se terminó imponiendo una segunda colonización de América Latina, esta vez no por potencias europeas físicamente instaladas, sino por habitantes de la propia América, siendo totalmente funcionales a las necesidades del mundo hegemónico del Norte.

En el mismo sentido, Jorge Graciarena, La crisis de las figuras del estado, (Pensamiento Iberoamericano, Madrid, (pág. 42) lo expresa claramente: “El siglo XIX fortalecerá considerablemente la tradición constitucionalista, alcanzando caracteres casi míticos en las nuevas naciones de América Latina, donde la rápida sanción de constituciones hizo abrigar la ilusión de que de ellas dependía la formación y el arraigo del Estado, que en su momento, fueron poco más que creaciones en el papel, pero no estructuraciones reales de un orden político concreto basado en una estructura social compuesta por clases sociales, regiones, etnias y otras dimensiones relevantes de una formación histórica.”

Al ser impuesto un ideal de Estado, sin contar con un concepto de Nación altamente desarrollado  se vio favorecida la falta de solidaridad y participación que considero es la base de la gran desigualdad social y económica desarrollada durante todo el Siglo XX, la cual continúa hasta el día de hoy. Al no sentirse todos en pie de igualdad, lográndose un autoconvencimiento por parte de las clases oligárquicas europeas las únicas poseedoras de la capacidad de administrar un Gobierno, dejando relegadas a todo el resto de los grupos sociales por fuera del poder. Por esa razón, partes de la sociedad de un mismo Estado, no fueron consideradas en el proyecto nacional, dejándolas relegadas y sin derechos de todos los beneficios de los nuevos Estados que nacían.

Profundizando en las formas de Estado que se desarrollaron en el Siglo XIX y sus ramificaciones y posteriores consecuencias en el siglo siguiente, se puede señalar que, al inicio, predominó el tipo de Estado absolutista. Estos tipos de estados, característicos de Europa, de claro origen monárquico y fundamentados en el derecho divino, tuvieron obviamente un desarrollo distinto en América Latina.

Sin embargo, se pueden extrapolar los principales conceptos, a saber: el rol del monarca, en nuestro continente se puede reflejar en el caudillo y en su clase gobernante que lo rodea. Asimismo, el gran uso de la fuerza que se tuvo que emplear para mantenerse en el poder más absoluto posible, sin que implicara que ese gobernante dominara la totalidad de su Estado, ya que para empezar los límites geográficos no estaban claros o no existían y tampoco se poseía el poder coactivo y coercitivo total. Esta forma de Estado se podría luego de culminado este período se intentó un cambio hacia lo que se podría denominar “estado liberal” que, básicamente era una versión mejorada del estado absolutista que permitía la continuidad de la clase dominante, incorporando nuevas clases sociales producto de los avances de la revolución industrial. Este Estado dio certezas y se encargó de defender lo más importante de todo: la continuidad de la misma clase gobernante y la legitimación de nuevos derechos como el privado y todo lo referido a la facilitación del comercio.identificar cronológicamente, con los períodos revolucionarios y postrevolucionarios de América.

Haciendo nuevamente referencia a Jorge Graciarena, La crisis de la figuras del Estado, Pensamiento Iberoamericano No 5, Madrid, en su sección El Estado Latinoamericano en Perspectiva: Figuras, Crisis, Prospectiva, pág. 59, “Esta sucesión (de tipos de formas de estado) no tuvo lugar del mismo modelo en América Latina, porqué al Estado liberal oligárquico siguió el Estado populista. Este, como se ha visto, constituye una mezcla híbrida del Estado social y desarrollista, pero con sus ingredientes típicos de movilización social, asistencialismo limitado y paternalista, autoritarismo político y desarrollismo embrionario, basado además en una red de alianzas sociales y políticas con intereses imposibles de compatibilizar con políticas congruentes y, por tanto difíciles de preservar.”

El subdesarrollo posterior de los países de América Latina se debe, a mi entender, a un fracaso en la imposición del espíritu nacional en los ciudadanos de cada territorio. Considero clave este punto, ya que no se pueden organizar los estados sin contar con la solidaridad y participación de las diferentes comunidades que habitan en un mismo territorio. Es decir,  al momento de instaurar la organización y distribución del poder, no se tuvo en cuenta a Obviamente que toda lucha no propicia el desarrollo natural de las sociedades sino el conflicto entre ellas. Así pues, al estar esas energías dedicadas a mantener el poder (básicamente fueron las mismas clases sociales desde la colonia hasta principio del Siglo XX) y otras a intentar conquistarlo, se favoreció a que se fomentara la desigualdad, ya sea expresado como forma de controlar a los menos favorecidos o no siendo todos merecedores de los mismos derechos. A modo de cierre, si se pudiera definir en pocas palabras la historia del Siglo XIX y principios del Siglo XX en América Latina, se expresaría por un lado, por la lucha de algunos para mantenerse en el poder y administrar los recursos para su provecho; y por el otro, la de quienes lucharon por acceder  a él o limitarlo. En definitiva, lo que se muchos sectores y su forma  de pensar. Por lo tanto, a consecuencia de ello, el objetivo primordial de gran parte de los estados fue dedicar sus fuerzas a mantener la cohesión social y el statu quo de las relaciones de poder. produce en algunas naciones primero y en otras después del Siglo XX, es la lucha dentro del Estado por permitir la mayor inclusión del término Nación en el poder.

Federico Lagrotta

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