Sobre totalitarismo en el siglo XX
Este breve ensayo está conformado en tres partes (…)

I. Introducción.
Este breve ensayo está conformado en tres partes, en la primera intento dar una definición lo más teórica posible del totalitarismo; la segunda parte se subdivide a su vez en tres, dado que intento buscar en cada uno de los países de la consigna (Alemania, Italia y Rusia) hechos de la historia que permitan comprender la forma en que fue manejado el poder y los fundamentos de este. Por último, en la tercer parte, mi intención es mostrar las dificultades que se encuentran a la hora de clasificar un Estado como totalitario.
1. El totalitarismo.
“Creo que la suerte de opresión que amenaza a las naciones democráticas no se parecerá a ninguna otra forma previamente experimentada en el mundo; nuestros contemporáneos serán incapaces de encontrar algo parecido en su memoria. Por mucho que lo intento no consigo encontrar una expresión que reproduzca la idea exacta que me he formado de ella; los viejos términos despotismo y tiranía son totalmente inapropiados.”[1]
El totalitarismo es un término contemporáneo, utilizado para catalogar a los movimientos que surgieron luego de la primera guerra mundial en Europa con características nunca antes dadas de concentración del poder, representados por Mussolini en Italia con el movimiento fascista; en Alemania con el nacionalsocialismo de Hitler y con el arribo de Stalin en la Unión Soviética. Partiendo de la premisa del examen se dan por sentado que estos regímenes fueron dictaduras, la cuestión es si algunas de estas degeneraron en totalitarismos. Por lo tanto, para discutir el carácter de totalitario de las dictaduras del siglo XX, es necesario explicar qué se entiende por “Estado totalitario”.
En este sentido, nos encontramos ante un Estado totalitario cuando no existe básicamente diferencia entre este y la sociedad; en donde todo es controlado y lo que no, es destruido o aislado por el Estado. Todo esto se justifica por un impulso divino de perfeccionamiento del mundo, que es llevado a cabo por un único líder carismático que obtiene su legitimidad del pueblo y que literalmente asimila al Estado. Asimismo, logra una autoridad suprema incontestable, manteniendo a toda la sociedad movilizada en busca de un fin superior y con miedo constante.
A fin de referirnos a los hecho, para aproximarnos a una concepción práctica del funcionamiento de un estado totalitario, podemos referirnos a Hannah Arendt en su libro “Eichman en Jerusalén” cuando en el juicio que se le realiza por ser el arquitecto del holocausto, él se define como un alemán respetuoso de la ley, fiel al Führer y seguidor de las ideas de Kant. A partir de 1942, en Alemania la voluntad del Führer es seguida sin discusión por la sociedad e incluso anticipándose a lo que él realmente pudiese ordenar.
En suma, el totalitarismo implica la adhesión incondicional a un líder más allá de la lógica, donde el pueblo le es fiel, sin cuestionamiento alguno, hasta el extremo de seguir comportándose sin otra capacidad de obedecerle o pensar es su línea.
2. Los regímenes
2.1 El fascismo italiano.
“…también la Italia fascista tuvo sus ceremonias y sus símbolos, pero Mussolini no les atribuyó la importancia determinante que en cambio Hitler le otorgó a su aplicación”[2]
El caso italiano parece relegado a un segundo plano a pesar de comenzar antes, un 23 de marzo de 1919 en Milán. A primera vista, podría afirmarse que Mussolini fue el “menos malo” de los tres líderes. El fascismo surge como una rebelión y/o revolución en contra de la alta burguesía y del comunismo que en Italia lograba y logra gran adhesión, por lo tanto los militantes del movimiento son de clase media o pequeña burguesía, temerosas de que la revolución bolchevique se realizara en Italia. En este punto existe una discusión entre los diversos historiadores sobre si el movimiento fascista fue una respuesta al movimiento comunista, es decir, si hubo una causa efecto o fueron movimientos independientes.
Mussolini tuvo algunas peculiaridades, la primera y más importante es su relación con el Rey que legitimó su llegada al poder. Cuando lo obtuvo no lo derrocó, a pesar que el Rey cumplía un rol meramente de espectador. Contrariamente a las ideas del Duce de eliminar los anacronismos que representan las monarquías, nunca lo destituyó. Paradójicamente, es el mismo Rey quien termina obligándole a renunciar el 25 de julio de 1943; por ese entonces la situación italiana era insostenible, pero antes cabe preguntarse por qué no destituyó al Rey.
Otro ejemplo de la incapacidad o de errores del Duce para mantener el poder, se da en esa misma oportunidad cuando el Rey le designa como sucesor al Mariscal Badoglio. Recordemos que Badoglio luego del fracaso de Grecia, le dice al Ministro de Cultura Popular “…el Duce no está capacitado para ejercer ese mando, que nos lo deje a nosotros y, cuando salgan mal las cosas, que castigue a los responsables”. A pesar de haberse enterado por parte del Ministro de este comentario, el Duce lo ignora.
Otra característica particular del caso Italiano es que, luego de grandes vacilaciones para entrar en el conflicto del lado Alemán, no logra inspirar ni siquiera a sus comandantes más cercanos que creían que era un gran error, ya que Italia no estaba preparada bélicamente. En otras palabras Mussolini vacilaentre sus ansias de poder y las sugerencias de sus consejeros; por ejemplo el mariscal Balbo dice que él lucharía porque ése era su deber de soldado, pero sin fe en la victoria, pensamiento compartido por muchos de sus colegas, el cual se ve reafirmado cuando desde el balcón de Piazza Venezia declara la guerra “…aquella noche la ciudad de Roma aparecía sumida en un silencio extraño, inquietante, como sobrecogida a la vista de la catástrofe que se avecinaba”[3]. Al parecer los italianos no querían la guerra y él falla en motivarlos como escribe en 1944 “…la Alemania de Hitler era fascista: mítines inmensos, desfiles deslumbrantes, una atmósfera épica de vitalidad y belicosidad. Todo aquello me cegó, debo admitirlo. A mí tambien me entusiasmaba la vida mística y heroica, las conquistas, la gloria. Creí que mi futuro estaba en el Eje. Quise convertir a una nación de artistas en un pueblo de guerreros. Olvidé que era un estadista, responsable de la suerte de millones de hombres”[4]
Italia antes del inicio de la guerra, no era considerada una amenaza, era diferenciada del movimiento nacionalsocialista y el leninismo. Generaba admiración en Winston Churchil que decia que si el fuera italiano sería fascista, esto se refleja en un folleto publicado por el british council en el que se trazaba una cuidadosa distinción entre los principios del estado fascista y los estados nazi y soviético. El fascismo, según este folleto, era un “producto típico del carácter italiano”, que no amenazaba “la libertad religiosa o económica ni la seguridad de otras naciones europeas”.
2.2. El Führer.
“…hago ante Dios el sagrado juramento de prestar obediencia incondicional al Führer del Reich y pueblo alemán Adolf Hitler, comandante supremo de laWehrmacht, y de estar dispuesto en todo momento a ofrendar mi vida como valiente soldado”.[5]
Teóricamente el Führer era la personificación del espíritu del pueblo, en el contexto nazi, el papel de nexo entre el pueblo y Hitler correspondía al Partido, un organismo electo disciplinado y con la única función de hacer llegar a su líder al poder pero una vez alcanzado este objetivo, el partido fue transformado en una banda de seguidores obedientes e incondicionales. El Estado estaba subordinado al igual que el partido, para ejecutar la voluntad del pueblo y el pueblo era el Führer. Hitler asumió el título de Führer y canciller del Reich después de la muerte de Hindenburg en 1934, indicando así que su autoridad derivaba de una fuente distinta de la Constitución, procedía de una construcción mística más allá del Estado y del partido nacionalsocialista.
El grado de control de todo lo que pasaba en Alemania llegó al extremo de que un general se quejara diciendo que: “las únicas tropas que podía mover eran los guardias de mi propio cuartel”[6]
El pueblo alemán quedó ciego ante los espectaculares actos de propaganda y discursos en Nuremberg, creían en ser un pueblo superior, en el antisemitismo y en todo lo que pensaba el Führer. En otras palabras, hubiera sido imposible la existencia del nazismo de no haberse alcanzado el grado de concentración de poder, con tanta influencia que era capaz de generar voluntad, capaz de lograr que el pueblo actuara como si el Führer lo estuviera mirando.
Un ejemplo claro del grado de terror que sentían los subordinados a Hitler fue durante el desembarco de los aliados en Normandia, empezado este a las 03.35 de la madrugada se manda llamar al Führer, pero nadie lo despierta y responden pensado como creían que él hubiera pensado, no permitiendo el movimiento de las tropas pedidas, ya que seguramente la operación del día D era una distracción. Cuando Hitler se levantó la promesa de que ningún anglosajón volvería a pisar el continente estaba virtualmente destruida, de ahí en más fue el principio del fin.
2.3. Stalin
“Stalin es demasiado brutal –escribe Lenin el 25 de diciembre de 1922-, y este defecto plenamente soportable en las relaciones entre nosotros, comunistas, se hace intolerable en la función de secretario general. Por esta razón, propongo a los camaradas que reflexionen en la forma de desplazar a Stalin de este puesto y nombrar en su lugar a un hombre que, en todos los aspectos, se diferencie del camarada Stalin por una superioridad, es decir, que sea más paciente, más leal, más educado y más atento con los camaradas, menos caprichoso”. [7]
La muerte de Lenin en 1924 produce un vacío de poder en los bolcheviques, el difunto líder no menciona a su sucesor, los dos probables son Stalin y Trotsky. Para lograr superar a su camarada, Stalin se basa en el culto a Lenin, dando a entender que él es el sucesor natural, actuando como un zar sostenido por un aparato de vigilancia y generando un mito de la “Rusia eterna”. Lentamente neutraliza todos los actos de democracia socialista (comités) y genera un estado de desconfianza alegando intentos de la burguesía de infiltrarse en el partido, esto le permite purgar el interior del partido como lo fundamenta en “Stalin, Principios del leninismo” “…todos estos grupos pequeño burgueses penetran de una u otra forma en el partido; aportan el espíritu de duda y de oportunismo, el espíritu de desmoralización y de incertidumbre. Ellos son los que representan principalmente la fuente del espíritu de fractura y de desintegración, la fuente de desorganización del partido, que minan desde el interior. Hacer la guerra al imperialismo con semejantes “aliados” en la retaguardia es exponerse al fuego de ambos lados, en el frente y en la retaguardia. La lucha sin tregua contra estos elementos y su expulsión del partido son la condición previa para el éxito de la lucha contra el imperialismo”[8]
3. Conclusión.
La necesidad de inventar un nuevo término para catalogar los movimientos surgidos en el período de entre guerras, demuestra la dificultad de catalogarlos, y más aun en ser un concepto discutido y demasiado inclusivo o exclusivo dependiendo del punto de vista.
Una conclusión se demuestra claramente: es que cualquiera de los tres regímenes se muestran como dictaduras autoritarias en su grado más simpático. Obviamente, en el transcurso del tiempo desde la instauración del partido fascista en 1919 hasta la muerte de Stalin, los tres sistemas variaron en el grado de “terror” al que fue sometida la población.
En el caso del nacionalsocialismo y el fascismo, existen similitudes pero no las suficientes como para estudiarlos en conjunto, en si el término fascismo es asociado en primer lugar con el nazismo y luego con la Italia de Mussolini, y esto se debe a mi entender de que el régimen del nacionalsocialismo fue enormemente más importante que el del Duce.
Considero que el concepto de totalitario tiene su realidad en Alemania, gracias a Hitler existe el término, por lo tanto sería un tipo ideal de Weber que realmente existió. En otras palabras, fue la forma más perfecta de un estado totalitario, típico de la característica del pueblo alemán, de ser altamente efectivos y detallistas en llevar a cabo algo en lo que creen, por lo tanto si se pusiera un límite superior a la definición de totalitarismo, los nazis ocuparían ese lugar.
Por otra parte se encuentra Italia, perteneciente a otra cultura, a otra forma de entender el mundo, y por lo tanto, lo identifico como el límite inferior del concepto o el superior de una dictadura autoritaria. Personalmente me inclino a catalogar al movimiento fascista en un grado alto de dictadura autoritaria, o a lo sumo, un totalitarismo liviano.
Con referencia al estalinismo lo catalogo en una posición intermedia, ya que tanto en el nazismo como en el estalinismo hubo menciones públicas de superioridad sobre los demás y el montaje de un sistema altamente efectivo de opresión, cosa que en Italia existieron pero no fueron llevados a un grado de perfeccionamiento tan alto como el alemán ni soviético.
En la Unión Soviética por varios años existió una puja por el poder, luego de la muerte de Lenin, por lo tanto era la continuación de un proceso que tuvo el gran obstáculo de no solucionar el tema de la sucesión.
Asimismo, dada la estructura de Rusia, que desde mi punto de vista Lenin y Stalin actuaban como los zares (que ellos mismos derrocaron pero con ideas bolcheviques) para lograr el control en un sistema de esas características zaristas (ya que nunca tuvieron un sistema democrático), se necesitaba un sistema totalitario a fin de poder controlar a los opositores y estabilizarse en el poder. Además de las peculiaridades de Stalin (deseos de gloria), degenera en un Estado totalitario superior al fascista, pero discutible si llega a la altura del nazi.
Federico Lagrotta
2007
4. Referencias:
Giovanni Sartori. 1 Teoría de la democracia. El debate contemporáneo, (1987) Buenos Aires, Rei, 1990, pp. 240-260.
Eric Hobsbawm, Ernest Nolte, Francois Furet: “Debate sobre la idea comunista, la democracia y el Fascismo”, en Punto de Vista, año XIX, nº 55, Buenos Aires, agosto de 1996, pp. 13-26.
Montenegro W. Introducción a las doctrinas político-económicas. FCE
Wykes, Alan. Hitler. España. San Martín 1970.
Hibbert, Christopher. Mussolini. España. San Martín 1974.
Saborido Jorge (selección y notas). Interpretaciones del fascismo. Buenos Aires. Biblos. 1994.
Nouschi Marc. Historia del siglo XX. Todos los mundos, el mundo. España. Cátedra.1996 (2da edición)
[1] Tocqueville, De la Démocratie en Amérique, Vol. II pt. IV, cap. 4; p 234, en la edición de 1951.
[2] Saborido J. Interpretaciones del fascismo. 1ª edición BsAs. Biblos 1994
[3] HIBBERT, Christopher, Mussolini, España, San Martin, 1974. pp 37
[4] Ídem 3. pp 143.
[5] WYKES, Alan, Hitler, España, San Martín, 1970, pp. 41
[6] WYKES, Alan, Hitler, España, San Martín, 1970, pp. 120
[7] NOUSCHI, Marc. Historia del siglo XX. Todos los mundos, el mundo. Madrid, Cátedra, 1996 (2da edición) pp. 215
[8] Ídem. Pp 205
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