China
Cuando fui por primera a vez a Pekín en marzo de 1974 el avión aterrizó entre hangares militares. Nuestro grupo, compuesto en partes iguales por periodistas camuflados y turistas ideológicos, fue conducido a un sombrío hotel con pesadas colgaduras soviéticas cuyos pasillos apestaban a orina.

“Cuando fui por primera a vez a Pekín en marzo de 1974 el avión aterrizó entre hangares militares. Nuestro grupo, compuesto en partes iguales por periodistas camuflados y turistas ideológicos, fue conducido a un sombrío hotel con pesadas colgaduras soviéticas cuyos pasillos apestaban a orina.”
La realidad económica China comenzó a cambiar a partir de 1980 con las reformas impulsadas por Deng Xiaoping. La realidad que se observaba en el relato citado anteriormente del autor Jean-Luc Domenach “¿Adónde va China?”, dejó de ser para convertirse en paisaje que cuenta con aeropuerto ultramoderno y carreteras recién asfaltadas con peaje. Esto demuestra que la sociedad china es la que más ha cambiado en el mundo contemporáneo, dado que desde 1980 el PBI chino ha aumentado alrededor del 9% anual. La apertura económica china ha sido reconocida por el mundo en dos grandes hechos: con el ingreso a la Organización Mundial del Comercio en el 2001 en la Ronda Doha y la Organización de los Juegos Olímpicos.
En 1980, se decidió la creación de zonas económicas especiales, en las cuales fueron autorizadas en principio las inversiones extranjeras que tenían como objetivo la China de ultramar y el Asia capitalista, llegándose en 1988 a la apertura de todas las provincias costeras y luego extendiéndose a todo el país.
Deng Xiaoping se aseguró de consolidar el cambio en la manera de pensar del partido comunista chino. Esto lo logró mediante el posicionamiento de líderes con perfil que se caracterizaban con poseer menos ideología pero más preocupados por el funcionamiento pragmático.
China cambia la manera de ver a Occidente, moviéndose entre dos versiones dependiendo del contexto. Una se basa en el pueblo oprimido de las guerras de opio, saqueado y empobrecido, en otras palabras, una versión antioccidente, llegando al extremo de que en el 2000 se prohíbe la venta del perfume “Opium” de Yves Saint Laurent. En el otro extremo, favorecido por los más de cien millones de chinos que viven en Occidente, en condiciones mejores a la de su país, asocian el Occidente con una calidad de vida que ellos nunca pudieron pensar, por lo cual, llegan a idealizar a Occidente, con especial énfasis a Estados Unidos.
En resumen, como cita el autor J. Domenach “En 1980 se estableció así un doble compromiso, uno con la población –obediencia a cambio de aumento del nivel de vida- y otro con el partido –la transición económica y social a cambio de nuevos privilegios-, que se convirtió en la ley implícita del régimen comunista chino.”
Cabe preguntarse qué entiende el autor por el pedido del régimen a la obediencia a cambio del aumento del nivel de vida. Para que estas políticas económicas sucedieran era imprescindible dar mayores libertades a un sector de la población de las ciudades, esto implica un riesgo ya que se vuelve más difícil el control sobre la población. Por ejemplo, con la conectividad que les permite Internet y la telefonía móvil (estando en este caso los mensajes de textos prohibidos). En cuanto a entender la implicancia de la transición económica y social a cambio de nuevos privilegios, se muestra en que la mayoría de los dirigentes chinos empiezan a utilizar su posición dentro del partido para beneficiarse de sus actividades privadas.
Para ilustrar esos beneficios el autor referido sostiene: “La atracción del sector privado sobre los altos funcionarios se explica por el hecho decisivo de la economía china contemporánea: la rapidez con la que se edifican las fortunas, una rapidez extrema en ámbitos como el de la construcción o la importación-exportación. Los intereses en juego son inmensos y es difícil para dirigentes mal pagados y sometidos a condiciones de trabajo mediocres ignorar la tentación de lanzarse “al mar”, es decir, a los negocios y es difícil reprochárselo.”
La apertura económica se logra también a partir de la creación de una especie de normativas y derechos que adhieren al sistema occidental. Por eso el autor referido menciona: “La misión legislativa, desde principios de los años ochenta ha sido traducir los intereses del poder, pero codificándolos y reconociendo un cierto número de concesiones a las diferentes categorías de la sociedad. A partir de mediados de los ochenta y sobre todo los noventa, el trabajo legislativo ha tenido una significativa evolución: una armonización creciente con el derecho comercial de la mundialización, un reconocimiento de la propiedad y de los intereses privados, y una atención más concreta a las necesidades sociales de la población…”
Asimismo, era necesario lograr una mayor eficiencia en las empresas estatales, reduciendo su ineficacia o eliminándolas. Esto se concreta insertando en el sistema, mediante concurso, a una burocracia de nivel terciario, interesada en cumplir su función, no viéndose afectada por la ideología. El impacto mental fue tal, que las clases dirigentes más ortodoxas mostraban su desagrado al extremo de mencionar que deseaban sustituir la hoz y el martillo de la bandera por una computadora y un satélite.
Por lo expuesto anteriormente, la formación universitaria y la experiencia técnica se convirtieron en la condición más importante para el ascenso político, por tanto se puede afirmar que luego de la movilización de los burócratas se abrió paso la era de los tecnoburócratas.
Otro aspecto de la reforma económica fue la descolectivilización de la tierra que permitió un mayor rendimiento aumentando de los 300 millones de toneladas en 1978 a 400 millones en 1984.
A manera de síntesis, las reformas económicas impulsadas por Den Xiaoping vigentes en la actualidad, se sustentaron en cuatro líneas de acción, a saber:
- Apertura de la inversión extranjera en todos los sectores
- Liberalización de la producción agrícola
- Aplicación de una agresiva política de exportaciones
- Implementación de zonas para desarrollar una base industrial amplia
A manera de balance, en China coexisten dos sistemas que a mi entender podrían generar conflictos en el futuro. La existencia de un sistema comunista con todas sus implicancias ideológicas y el fuerte contralor sobre la población está en conflicto con las políticas de apertura al mundo implementadas a partir de 1980 que necesariamente requieren condiciones sociales antagónicas a las primeras.
Hasta la actualidad, se han logrado mantener separadas, funcionando en paralelo, con muy pocos conflictos entre las dos formas, como lo fue la explosión del movimiento democrático y su represión en la Plaza Tiananmen, el 4 de junio de 1989.
La imposición natural que se hacen los empresarios chinos al separar la política de la economía se ve claramente en este párrafo: “Un estudio sobre los gerentes chinos de las joint ventures con el extranjero demuestra que, aunque partidarios de una mayor, “marketizacion” de la sociedad china, evitan tomar postura frente a los problemas políticos y se contentan con accionar sus redes de relaciones o sus organizaciones profesionales en caso de necesidad.”
Indudablemente China, desde hace diez años, ha acumulado logros incuestionables. Los mismos ponen en tela de juicio las vías tradicionales del comunismo, lo que hace suponer el advenimiento de futuros debates ideológicos.
Federico Lagrotta
2007
Bibliografía:
DOMENACH, Jean-Luc, ¿A dónde va China?, Barcelona, Paidós, 2006.
BAILEY, Paul, China en el siglo XX, España, Ariel, 2002.
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