El pensamiento uruguayo y la forma en la que nos vinculamos al conocimiento en nuestro país

Desde mi posición de alumno empecé a cuestionar algunas cosas sobre la enseñanza de las humanidades (…)

Desde mi posición de alumno empecé a cuestionar algunas cosas sobre la enseñanza de las humanidades (mi campo de estudio) y creo que el principal problema es este: la forma en que el sistema educativo nos configura la cabeza para pensar, entender, es decir para crear, tener opinión, investigar (eso no se fomenta mucho), para innovar y para, en conclusión, enfrentarnos al mundo.

Tenemos cierta fascinación por un tipo de saber específico, que es el del saber enseñado, el conocimiento por el conocimiento mismodel objeto o problema, y esto se ve especialmente en el uso de los libros.

Digamos que, como producto de nuestra falta de producción intelectual tenemos que leer el saber creado por los europeos o americanos, al cual incluso se le da una carga de mayor validez. Esto quiere decir que preferimos y valoramos lo ya creado y pensado por otros. Asimismo, esa preferencia se nota en la manera en que se transmite el conocimiento ya que en las aulas, por lo general, se opera haciendo énfasis en una reproducción del saber, de hecho, ladedicación a leer, comprender y volver a decir lo mismo de otra manera, es la principal opción de enseñanza.

¿Quizás se deba a la dificultad de evaluar el impulso creativo? ¿Cómo se califica y se fomenta el pensamiento original sobre un tema, en un sistema educativo con pretensión de universal y que busca que todos aprendan lo mismo? ¿Está preparado el docente para eso o es formado únicamente como una máquina de reproducir conocimiento?

Podríamos decir que queremos, fomentamos y creemos muy poco en nuestra propia inteligencia nacional. Incluso desde un punto de vista sentimental también se observa, al no fomentarse a nivel institucionalel uso que le podemos dar a ese saber que aprendemos.De ese modo, la ausencia de elaboración de nuestras propias ideas, nos deja convencidos que pensar significa creer que las cosas ya están dadas.

Obviamente que el mundo es de los que se animan a pensar y luego trabajar con ese pensamiento, creando, aplicándolo, errando y volviendo a pensar. Entonces, cabe preguntarnos ¿cuál es la diferencia que podemos tener con cualquier investigador americano o europeo?

Además de construir personas sabias, hay que formar creadores de ideas que mantengan una fuerte autoestima en su propia capacidad intelectual. Necesitamos confiar en que podemos pensar mejor que muchos libros, a desafiarnos por superar conocimientos y que estos sean objeto de estudio por el mundo. Para lograrlo, debemos empezar a cambiar la forma con que nos vinculamos al conocimiento en nuestro país.

Federico Lagrotta

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