¿A quién le importa el Parlamento?
Estoy seguro que todos ustedes se acuerdan de a quién votaron para Presidente, a qué Partido Político, capaz incluso al sector, pero probablemente no sepan quiénes eran todos esos nombres que completaban la lista.
Estoy seguro que todos ustedes se acuerdan de a quién votaron para Presidente, a qué Partido Político, capaz incluso al sector, pero probablemente no sepan quiénes eran todos esos nombres que completaban la lista.
Esos nombres que seguían en la lista son los candidatos al Parlamento.
Ser Diputado o Senador es una tarea que parecería ser poco valorada por los políticos, dado que, mientras los de la oposición la asumen sin otra opción; los del partido de gobierno anhelan un rol en el Poder Ejecutivo. De esa forma, queda la sensación que a la mayoría de los parlamentarios les llama fuertemente la palabra “hacer” –gestionar- y la han dejado de asociar con su función, como si eso no pudiera ocurrir en el parlamento.
La tarea de legislar requiere de mucho tiempo para negociar, cerebro y poca notoriedad en la ciudadanía, sino pónganse a pensar qué legisladores conocen, sin contar los que hayan sido candidatos a presidente o que hayan salido en los medios por cualquier otra actividad que no tiene que ver con el hecho de redactar o defender alguna ley.
En realidad, me pregunto cuántos ciudadanos tienen presente cuáles son los integrantes de la comisión que está trabajando en Diputados el Presupuesto de la República y quiénes serán los que lo traten en el Senado.
La calidad parlamentaria depende directamente de la calidad de los legisladores, de buenos representantes de la República preocupados mayoritariamente en el futuro del Estado uruguayo y que este se vea reflejado en la calidad de las leyes.
Hoy en día parece que las preocupaciones de algunos parlamentarios no son esas. ¿Se habrán olvidado que están en un Poder autónomo de cualquier otro y con en el mismo nivel de mando? Pensarán que el Poder Ejecutivo es más que el Legislativo. Incluso a veces olvidan a sus propios partidos por los cuales fueron electos y los representan; mientras se aferran sin dudar a una idea clara: la banca es suya.
Hay que hacer más atractivo el arte de parlamentar, tanto para los políticos como para los ciudadanos. Votar todo junto en una lista que tiene la cara bien grande del cargo de Presidente, pero muy pequeños los cargos al Legislativo, parece atentar contra la calidad de, a mi entender, el Poder más importante de la República.
Es hora de cambiar eso; y también es tiempo de volver a discutir a quién y quiénes corresponden esos sillones de la República, si a los Partidos o a las personas que ahí se sientan.
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